Proyecto colaborativo internacional sobre los movimientos migratorios a lo largo del s. XIX y XX entre Argentina y España. Colegio Norbridge (Buenos Aires) – IES de Sabón (Arteixo)
A finales del siglo XIX el presidente Domingo F. Sarmiento impulsa una reforma pedagógica inspirada en los principios de la escuela moderna europea y norteamericana, que se centra en el respecto al alumno para que sea a base de una nueva sociedad, democrática, de progreso social y bienestar. Un aspecto fundamental de esta reforma es la importancia que se le da al edificio escolar.
La arquitectura del edificio escolar está puesta al servicio de un ideal pedagógico: enseña al niño el importante que es su educación para la sociedad. Es la primera e inolvidable lección que recibe el alumnado al llegar a una escuela instalada en los mejores y más importantes edificios de la comunidad, con fachadas monumentales, amplios corredores, escalas de mármol con barandas de bronce, aulas espaciosas, amplias ventanas, patios cubiertos y abiertos, jardín …
La educación se entiende como formación de ciudadanos conscientes y como creadora de bienestar, atendiendo no sólo la formación intelectual sino también la física y emocional.
La calidad del mobiliario, adecuado a los niños y niñas y el buen equipamiento escolar, ayudan en la transmisión de estos mensajes educativos con más eficacia que las lecciones magistrales.
Se procura que haya un espacio adecentado para cada actividad, acondicionado de forma que ayude al alumnado a comportarse de acuerdo con su función, de tal modo que un salón de actos debe tener la forma y la decoración adecuadas a las ceremonias, mientras que el patio debe ser un espacio para el juego; estos contrastes le habían facilitado aprender a disfrutar de su libertad, de su autonomía de voluntad, de su autodominio.
Fuente consultada: Gustavo A. Brandariz: «El pensamiento sarmientino en la arquitectura escolar» 1997