Proyecto colaborativo internacional sobre los movimientos migratorios a lo largo del s. XIX y XX entre Argentina y España. Colegio Norbridge (Buenos Aires) – IES de Sabón (Arteixo)
La poeta Rosalía de Castro se rebeló en sus libros contra el maltrato de los trabajadores temporeros gallegos en Castilla y reivindicó la galleguidad, contra la negación de su propia identidad que muchos de ellos profesaban.El historiador Xosé Manuel Núñez Seixas estudió cómo a través del teatro o de las caricaturas se reforzaban los estereotipos que presentaban a los gallegos como personas incultas y rudas. Esta imagen no sólo amenazaba el prestigio de la colectividad gallega en América. También limitaba las expectativas laborales y de ascenso social.
Cambiarla fue uno de los principales objetivos de las escuelas creadas, precisamente, gracias a las remesas de los emigrantes. El Consello da Cultura Galega acaba de presentar el volumen, editado por el Instituto de Estudos Miñoranos, que recoge las actas del congreso ‘Emigración e Educación‘ (1900-1936), celebrado en el 2009 bajo el subtítulo, I Centenario das Escolas da Unión Hispano-Americana Valle Miñor (1909-2009). Y es que la experiencia de las escuelas del Val Miñor fue pionera, y en consecuencia ejemplo a seguir para otras iniciativas semejantes.
Vicente Peña Saavedra realizó su tesis doctoral sobre las «escuelas de americanos» en Galicia. Según sus cálculos, fueron 225 los colegios sostenidos con las aportaciones de los emigrantes.Las modalidades de ayuda eran variadas.
Unas veces la Sociedad de Instrucción asumía la financiación, dotación, administración y supervisión de los centros se construían nuevas escuelas, se rehabilitaban edificios ya existentes o se alquilaban locales, creando de este modo colegios privados.Las cuotas de los socios, las colectas extraordinarias, los donativos voluntarios y la recaudación generada por distintas actividades servían para mantener los centros.
La trayectoria de estas escuelas fue heterogénea.La impronta educativa de la emigración transoceánica en Galicia’ que algunas fueron gestionadas por sus fundadores, o más bien por sus órganos delegados en Galicia, mientras que otras fueron entregadas a los municipios o acabaron siendo tuteladas por órdenes religiosas.
El catedrático de la Universidad de Santiago y miembro de Nova Escuela la Galega Antón Costa Rico señala en su ‘Historia da educación e da cultura en Galicia’ que a partir de 1936 parte de estas escuelas continuaron, pero con planes pedagógicos alejados de la modernidad que las había caracterizado.
Motivaciones de los emigrantes:
La tesis de Vicente Peña es que la génesis de «una nueva mentalidad» es el pilar principal sobre el que se construyeron estas escuelas. Pues los emigrantes, en los países de acogida, se percataron de «las implicaciones negativas que la carencia de preparación lleva asociadas» y descubrieron «la funcionalidad económico-laboral de la instrucción«. Este autor señala la influencia de la minoría de «intelectuales emigrantes» y su proyecto «regenerador«, que desde la apelación al atributo común de la galleguidadtrata de superar la «situación estructural» de abandono, atraso y subsidiariedad económica, una de las causas del desprestigio y de la marginación de los gallegos.
Ni memorismo ni abstracción.
En las escuelas americanas se rechazaba el memorismo y la excesiva teorización, así como los castigos corporales y vejatorios habituales en las escuelas rurales del franquismo. La formación de los profesores, la idoneidad de los edificios que albergaban los colegios y del material escolar se cuidaban especialmente. Se privilegiaba la educación en castellano.
El catedrático de la Universidad de A Coruña Narciso de Gabriel señala en su texto de las actas del congreso la hipótesis, de no experimentar el intenso proceso migratorio que vivió, Galicia alcanzaría un nivel de alfabetización inferior, también en el caso de las mujeres, educadas en estos centros, según Vicente Peña, primero para ser madres y esposas, pero después también para salir al exterior.