Proyecto colaborativo internacional sobre los movimientos migratorios a lo largo del s. XIX y XX entre Argentina y España. Colegio Norbridge (Buenos Aires) – IES de Sabón (Arteixo)
Se designaba con ese nombre, derivado de una expresión irónica española (convento como prostíbulo) a una casa que alquilaba cuartos a inmigrantes. Como consecuencia de este fenómeno de crecimiento, en una ciudad apenas preparada para un cambio de tal magnitud, nació el conventillo, cuya antesala sórdida y atestada fue el célebre Hotel de Inmigrantes.
La mudanza de los grupos tradicionales al Barrio Norte permitió alojar a numerosas familias, que se hacinaron en los ya obsoletos caserones del sur. Los especuladores, a su turno, no tardaron en acondicionar vetustos edificios de la época colonial o en hacer construir precarios alojamientos para esta demanda poco exigente y ansiosa por obtener, mal o bien, su techo. La improvisación, el hacinamiento, la falta de servicios sanitarios y la pobreza sin demasiada esperanza hicieron el resto. Había nacido el conventillo. En sus fiestas nació el tango y un género teatral: el sainete.
Fragmento de la obra » Palomas y Gavilanes», 1889 de Silverio Domínguez
Lugar de convivencia de personas, de lenguas e idiosincrasias diversas, también fue sede de reclamos comunes y de sociabilidad. Allí se forjaban nuevas familias y, a veces, ocurrían dramas pasionales.
El inquilino moroso era desalojado por la fuerza pública. Los muebles se subían al carro municipal para trasportarlos a un depósito. En el trance se observaba la solidaridad de los iguales; y el episodio solía terminar en batallas campales.