“Un tesoro de mujeres excepcionales nos ha legado la cultura griega. El dolor, la fidelidad, la justicia, la alegría, la belleza, la amistad, la bondad, llenan las páginas de la épica o la tragedia. Esos sentimientos ideales los encarnan personajes femeninos que han llegado vivos hasta nuestros días como Ifigenia, Helena, Creusa, Calipso, Fedra, Danae, Antígona, Penélope, Electra, Nausicaa, Dafne, Casandra”. E. LLedó
«Es mejor que un solo hombre viva para ver la luz del día que cien mujeres»
Ifigenia en Áulide, v.139
Ifigenia era la hija mayor del rey micénico Agamenón y de su esposa Clitemnestra. Cuando Agamenón quiso navegar desde Aulis hasta Troya al frente de las tropas griegas, empezó a soplar un viento desfavorable. Según el vidente Calchas, Artemisa era la causante, ya que había sido ofendida por Agamenón cuando afirmó ser mejor cazador que ella. Artemisa sólo estaba dispuesta a retirar su castigo si se sacrificaba a Ifigenia en su honor, con lo que Agamenón se preparó para la terrible prueba. Decidió dejar que su hija fuese de Micenas a Aulis, aunque no quería que su esposa supiese lo que iba a hacer y le dijo que la joven iba a casarse con Aquiles. Clitemnestra nunca le perdonó este engaño y al volver de Troya fue asesinado por ellay su amante Egisto.
Según otras versiones, Ifigenia debía ser sacrificada en Aulis. No obstante, también se dice en otra narración que a última hora Artemisa sustituyó su cuerpo en el altar por el de un gamo y se llevó a Ifigenia hasta Tauris, en la península de Crimea, envuelta en la niebla.Allí la joven se convirtió en sacerdotisa del templo de Artemisa, sacrificando a extraños que llegaban a visitar a la diosa. Tiempo después, su hermano Orestes y su primo Pilades llegaron a Tauris para llevarse la estatua de Artemisa a Ática, según órdenes de Apolo. Orestes fue hecho prisionero por el rey local Toas y llevado ante el altar con la intención de sacrificarle junto a Pilades. Ifigenia le reconoció y le dijo al rey que tanto los prisioneros como ella y la estatua deberían limpiarse de impurezas en el mar, ya que Orestes había matado a su madre. Los habitantes de Tauris debían volver sus ojos durante el ritual.
Gracias a esta estratagema, los tres pudieron huir en la barca de Orestes. La diosa Atenea evitó que Toas les persiguiese, diciéndole que se habían llevado la estatua siguiendo las órdenes de Apolo y Artemisa. Así llegó hasta el templo de Ática, donde fue vigilada por su sacerdotisa Ifigenia.
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El mito de Ifigenia
Realizado por: Alba Alonso Casal