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Proyecto Colaborativo de Educación Secundaria de Adultos (ESA) & Formación Profesional

LA MUJER MARCADA POR PREJUICIOS SOCIALES EN SU NOVELA «MORRIÑA

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En la novela Morriña habla de la consideración social de las mujeres. Pardo Bazán representa en la muchacha llamada Esclavitud, (el nombre está cargado de sentido) la consideración de las mujeres que heredan la condena del género femenino.

En la novela encontramos a un personaje detestable D. Gaspar Febrero, con inclinaciones pederastas, que había manifestado deseos de “poseer” a la joven, como si de un instrumento se tratara.

Esta consideración de “criada objeto al servicio del varón” siente  Esclavitud que reproduce la situación por la que pasó su madre y que dio origen a su nacimiento y ante esta situación  Esclavitud decide quitarse la vida.

Pardo Bazán, por boca de Doña Aurora, se propone redimir a la muchacha de este pecado adoptándola y empleándola en su casa. Sin embargo, otro personaje de la obra, el Comandante Pardo reprocha a su hermana las críticas sobre el origen de la muchacha:

 «Yo no peco de filántropo; pero ciertas cosas no me las explico en gente que alardea

de cristiana, y va a misa, y reza. Buenos rezos son esos, buenos. ¿Así entiendes tú la caridad?

Pues, hija, afirma que esa Esclavitud vale más que…

Se contuvo por fortuna y añadió:

—Que otras personas. ¿Qué culpa tiene ella de las faltas de sus padres, diga usted? Y

las está expiando como si las hubiese cometido. Hasta se expatrió, según veo, y juraría

que es por vergüenza, por no estar donde la gente “sepa” y “recuerde” y “diga”.

También juraría lo mismo –asintió con calor doña Aurora–. Ahora entiendo por qué

se sofoca tanto cuando le hacen ciertas preguntas. Yo opino como usted, Pardo, como

usted, que es bueno; que tiene sentimientos nobles… y que esos rasgos le honran mucho»

(Morriña, 490)

 Sin embargo, el suicidio de Esclavitud, supone una visión prejuiciada de doña Emlia sobre la salida frente a los viejos complejos sociales, pero si afectan a las personas de las clases bajas. Para las de la clase media y aristocrática, la formación educativa puede ser el vehículo de equiparación social y de salvación de estas mujeres.

Es curioso que la propia escritora sea tan pesimista ante esta situación cuando ella se puso siempre y en todo lugar el “mundo por montera” y se enfrentó a todo tipo de prejuicios y de personajes de su tiempo.

¿Sería que doña Emilia no olvidaba nunca que era una condesa…, aunque de última hora?

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